El eje intestino-cerebro: la conexión entre la microbiota y la salud mental

Cada vez más estudios científicos demuestran que el intestino y el cerebro están íntimamente conectados a través de una red bidireccional de señales neurológicas, inmunológicas, endocrinas y microbianas. Esta relación, conocida como el eje intestino-cerebro, juega un papel crucial en la regulación del estado de ánimo, la respuesta al estrés, la función cognitiva e incluso el desarrollo de enfermedades tanto digestivas como psiquiátricas. La microbiota intestinal (conjunto de microorganismos que habitan en nuestro intestino) participa activamente en este eje mediante la producción de neurotransmisores, metabolitos y otros compuestos que pueden modular la actividad cerebral. Alteraciones en la composición y la diversidad de la microbiota están implicadas en las disfunciones del eje cerebro-intestino como el síndrome del intestino irritable (o colon irritable) y otros trastornos como la ansiedad, la depresión, y enfermedades neurodegenerativas como el Parkinson y el Alzheimer.
La importancia de un equilibrio microbiano adecuado
Cuando la microbiota intestinal se encuentra en equilibrio, el organismo es capaz de producir sustancias esenciales para el bienestar mental, como los neurotransmisores GABA y serotonina o el butirato, un ácido graso de cadena corta con propiedades antiinflamatorias.
Sin embargo, si este ecosistema se altera—lo que se conoce como disbiosis—pueden generarse inflamación crónica y alteraciones en la barrera intestinal, permitiendo la entrada de toxinas al torrente sanguíneo y afectando la función neurológica. La disbiosis intestinal se ha relacionado con diversas condiciones neurológicas y psiquiátricas, como la ansiedad, la depresión y los trastornos del espectro autista. Por ejemplo, estudios recientes han demostrado que personas con depresión suelen presentar alteraciones en la composición de su microbiota intestinal, observando una reducción de ciertas bacterias beneficiosas, como Lactobacillus y Bifidobacterium, que pueden influir en la producción de serotonina, el neurotransmisor conocido como la "hormona de la felicidad". En pacientes con síndrome de intestino irritable se ha observado una mayor sensibilidad al estrés debido a una alteración en la comunicación del eje intestino-cerebro. Esto explica por qué muchas personas con problemas digestivos también experimentan ansiedad o depresión.
¿Cómo se comunican el intestino y el cerebro?
El eje intestino-cerebro es un sistema bidireccional de comunicación que conecta el sistema nervioso central (SNC), conformado por el cerebro y la médula espinal, con el sistema nervioso entérico (SNE), que es la red de neuronas en el tracto gastrointestinal. Esta comunicación se da a través de varios mecanismos clave:
- Nervio vago: es una de las principales vías de conexión entre el cerebro y el intestino y actúa como un puente que transporta señales en ambas direcciones. Las bacterias intestinales pueden influir en la actividad del nervio vago liberando neurotransmisores o activando receptores específicos, lo que afecta directamente la función cerebral y el estado de ánimo.
- Sistema inmune: el 70-80% del sistema inmunitario se encuentra en el intestino, donde las células inmunitarias monitorean el entorno microbiano. Si hay disbiosis (desequilibrio en la microbiota), pueden liberarse citoquinas inflamatorias que viajan al cerebro y afectan la función cognitiva y el estado de ánimo.
- Producción de neurotransmisores: la microbiota intestinal juega un papel crucial en la producción de neurotransmisores. Por ejemplo, aproximadamente el 90% de la serotonina del cuerpo se produce en el intestino y esta molécula es clave para la regulación del estado de ánimo, el sueño y la digestión. En el caso de la dopamina, también sintetizada en gran parte por las bacterias intestinales, influye en la motivación y el placer. Otro ejemplo es el GABA, un neurotransmisor inhibitorio que ayuda a reducir la ansiedad, cuya producción también está influenciada por ciertas bacterias intestinales.
- Producción de otros metabolitos microbianos:
1) Los ácidos grasos de cadena corta (AGCC), como el butirato, propionato y acetato, son producidos por la fermentación de la fibra en el intestino. Estos metabolitos pueden cruzar la barrera hematoencefálica y modular la actividad cerebral, protegiendo contra la neuroinflamación y promoviendo la plasticidad neuronal.
2) La microbiota puede regular la producción de las hormonas digestivas, como la grelina y la leptina, que regulan el apetito y la saciedad, pero también influyen en el comportamiento y el estado de ánimo. La composición microbiana también puede afectar la producción de cortisol, la hormona del estrés, impactando la respuesta emocional y el bienestar general.
¿Se puede mejorar la microbiota para reducir la ansiedad o la depresión?
Para favorecer el equilibrio del eje intestino-cerebro, es recomendable incluir en la dieta alimentos ricos en fibra prebiótica (como avena, plátano, espárragos y legumbres) que nutren las bacterias beneficiosas, y probióticos naturales (como yogur, kéfir, chucrut y kimchi) que ayudan a diversificar la microbiota. También son clave los ácidos grasos omega-3 (presentes en pescados grasos, chía y nueces), que tienen propiedades antiinflamatorias y favorecen la salud neuronal. Además, evitar el exceso de azúcares refinados y ultraprocesados ayuda a prevenir la proliferación de bacterias perjudiciales que pueden afectar negativamente el estado de ánimo.
¿Cómo puedo saber si el eje intestino-cerebro está en equilibrio?
El equilibrio del eje intestino-cerebro depende de múltiples factores, como la composición de la microbiota intestinal, la producción de neurotransmisores y la inflamación sistémica. Para evaluar su estado, se pueden analizar diferentes parámetros mediante un test de microbiota intestinal, que proporciona información importante de tipo preventivo sobre posibles desequilibrios que pueden afectar la salud digestiva, metabólica y mental. Algunos de los parámetros relevantes que se determinan en un test de microbiota intestinal incluyen:
- Diversidad microbiana: una microbiota diversa se asocia con mayor resiliencia y salud general.
- Presencia de microorganismos clave: ciertos géneros bacterianos como Bifidobacterium y Lactobacillus están vinculados a la producción de neurotransmisores y efectos antiinflamatorios.
- Producción de metabolitos: los ácidos grasos de cadena corta, como el butirato, son fundamentales para la integridad intestinal y la comunicación con el cerebro.
- Marcadores de disbiosis: el exceso de bacterias proinflamatorias o la disminución de especies beneficiosas pueden indicar un desequilibrio con impacto en la salud mental.
La información que ofrece el test de microbiota intestinal permite tomar decisiones personalizadas sobre alimentación, suplementación y hábitos de vida para restaurar el equilibrio y mejorar el bienestar tanto intestinal como cerebral. La prueba se realiza a partir de una muestra de heces que se extrae de manera simple y sencilla en casa.
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