Imagina que nuestro cerebro es una gran biblioteca, repleta de libros que contienen nuestros recuerdos, pensamientos y experiencias. En una biblioteca sana, los libros están bien organizados y los bibliotecarios (las células nerviosas) pueden acceder rápidamente a la información que necesitan y comunicarse entre sí de manera eficiente. En la enfermedad de Alzheimer lo que ocurre es que esta biblioteca empieza a desordenarse y a desvanecerse. Algunos libros se pierden por completo, mientras que otros se vuelven ilegibles. Este hecho complica que los bibliotecarios (las células nerviosas) encuentren los libros correctos en cada momento y la comunicación entre ellos se vuelve lenta y confusa.
La enfermedad de Alzheimer representa la forma más común de demencia y se caracteriza por ser una enfermedad neurodegenerativa progresiva que afecta principalmente a la memoria, el pensamiento y el comportamiento. Se caracteriza por la acumulación anormal de de β-amiloide, una proteína que se sintetiza en el cerebro y que es esencial para la transmisión de la información entre neuronas. Mientras que en condiciones normales, esta proteína se descompone y degrada, en el caso de la enfermedad de Alzheimer se produce un desequilibrio en su producción, procesamiento y eliminación, acumulándose en forma de placas de β-amiloide.
Las placas de β-amiloide dificultan la correcta comunicación entre las células nerviosas y desencadenan una cascada de procesos inflamatorios y tóxicos en el cerebro, lo que eventualmente conduce a la muerte celular y al deterioro cognitivo característico de la enfermedad de Alzheimer. Esta degeneración neuronal resulta en una disminución gradual de las funciones cognitivas y la pérdida de la memoria a corto y largo plazo. Además de los problemas de memoria, los pacientes con Alzheimer pueden experimentar dificultades para realizar tareas cotidianas, presentar cambios en su comportamiento y personalidad, dificultades en el lenguaje y la comunicación, desorientación, o dificultades para planificar y resolver problemas.
¿Qué causa la enfermedad de Alzheimer?
Para poder explicar qué factores participan en el desarrollo de la enfermedad de Alzheimer, debemos diferenciar entre dos tipos de Alzheimer:
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Alzheimer no familiar o esporádico: hace referencia a aquellos casos que no presentan antecedentes familiares de la enfermedad. Se trata de la mayoría de casos, representando aproximadamente el 75%, y se cree que una combinación de factores genéticos, ambientales y de estilo de vida contribuyen al desarrollo de la enfermedad. Los factores de riesgo para el Alzheimer no familiar pueden incluir la edad avanzada, antecedentes familiares de otras enfermedades relacionadas con la demencia, factores de estilo de vida como la dieta, el ejercicio y la salud cardiovascular, así como factores ambientales como la exposición a toxinas.
- Alzheimer familiar: aproximadamente el 25% de los casos de enfermedad de Alzheimer es familiar, es decir, 3 o más personas en una misma familia presentan la enfermedad. Las causas del Alzheimer familiar suelen ser mutaciones genéticas en el ADN. Dentro de los casos familiares definimos dos subtipos de la enfermedad en función de la edad de aparición de los síntomas:
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Inicio temprano: este tipo de Alzheimer se desarrolla antes de los 60-65 años y suele estar causado por mutaciones que afectan a los genes PSEN1, PSEN2 o APP. El patrón de herencia que sigue este tipo de Alzheimer es el autosómico dominante. Esto significa que una persona solo necesita heredar una copia mutada del gen de uno de sus padres para desarrollar la enfermedad. En este caso, la probabilidad de un afectado de transmitir la enfermedad a su descendencia es del 50%.
- Inicio tardío: se caracteriza por aparecer más tardiamente, después de los 60-65 años, y se cree que se trata de un trastorno complejo que puede involucrar múltiples genes de susceptibilidad, entre los que destaca el gen ApoE. Hasta ahora, se estimaba que las mutaciones en este gen podían aumentar en un 25-35% las posibilidades de una persona a desarrollar la enfermedad de Alzheimer. Sin embargo, hallazgos recientes han confirmado que este gen juega un papel mucho más determinístico.
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Nuevas investigaciones sobre el gen ApoE
El gen ApoE (apolipoproteína E) codifica una proteína que desempeña un papel importante en el metabolismo de los lípidos y en el transporte de colesterol en el cuerpo. Este gen puede presentar tres configuraciones distintas en función de la presencia o no de dos variantes genéticas en su secuencia: ApoE2, ApoE3 y ApoE4.
La asociación entre la variante ApoE4 y el aumento del riesgo de desarrollar la enfermedad de Alzheimer fue descrita por primera vez en la década de los 90 y desde entonces múltiples estudios validaron y ampliaron esta asociación. Pero hasta ahora, la información del gen se tomaba sólo como un biomarcador genético para el Alzheimer y se creía que presentar una copia o dos de ApoE4 aumentaba el riesgo pero no era suficiente para causar la enfermedad.
Estudios recientes llevados a cabo en el Hospital Sant Pau de Barcelona, han demostrado que casi el 100% de las personas portadoras de dos copias ApoE4 desarrollan la enfermedad de Alzheimer, con una aparición de los síntomas que se sitúa alrededor de los 65 años.
Esto supone un cambio total de paradigma en cuanto a la relación entre el gen ApoE y la enfermedad: la variante ApoE4 no debe considerarse solo un factor de riesgo de Alzheimer como hasta ahora, sino que la presencia de dos copias de ApoE4 debe entenderse como una nueva forma genética de la enfermedad, cómo lo son las causadas por los genes PSEN1, PSEN2 y APP. Pero si bien las mutaciones en estos últimos genes son raras, las formas de Alzheimer causadas por ApoE serían con diferencia las más frecuentes a nivel genético ya que entre el 2% y el 3% de la población europea es portadora de la doble copia del gen ApoE4.
El estudio genético del gen ApoE
El estudio del gen ApoE se lleva a cabo mediante pruebas genéticas que analizan la secuencia de ADN del gen ApoE y detectan las variaciones genéticas asociadas con las variantes ApoE2, ApoE3 y ApoE4. Se trata de un estudio sencillo, económico y rápido. Sin embargo, antes de realizar esta prueba genética deben tenerse en cuenta una serie de aspectos éticos importantes, sobretodo cuando la persona que quiere realizar el estudio es asintomática, es decir, no muestra ninguna sintomatología asociada a la enfermedad:
- Autonomía del individuo: las personas tienen el derecho a tomar decisiones informadas sobre su salud, incluida la elección de someterse o no a pruebas genéticas. Sin embargo, es importante garantizar que estas decisiones están basadas en una comprensión completa y precisa de los riesgos, beneficios y limitaciones de la prueba.
- Impacto psicológico: conocer el resultado de una prueba genética puede tener un impacto emocional y psicológico significativo en el individuo, especialmente cuando se trata de una enfermedad para la cual, actualmente, aún no existe ninguna cura. Es importante ofrecer asesoramiento genético y apoyo psicológico a las personas que están considerando someterse a pruebas genéticas para ayudarlas a comprender y manejar las implicaciones emocionales del resultado.
- Consecuencias a nivel familiar: Los resultados de las pruebas genéticas pueden tener implicaciones no sólo para el individuo que se somete a la prueba, sino también para sus familiares y descendientes. Por ejemplo, si se descubre que una persona en la familia presenta la doble variante ApoE4, esto tiene implicaciones directas para el resto de la familia, ya que otros miembros podrían ser también portadores y este hecho les puede provocar preocupación por su propio riesgo a desarrollar la enfermedad de Alzheimer.
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